En un acto cargado de dolor, patriotismo y gratitud, este lunes sobre la una de la tarde se realizará uno de los funerales más sentidos en la historia de Mongua: el del capitán Francisco Javier Merchán Granados, piloto de la Policía Nacional, quien perdió la vida en una emboscada en Amalfi, Antioquia, mientras cumplía una operación antinarcóticos.
El oficial, de 35 años, será despedido en su tierra natal con todos los honores. Familiares, amigos, paisanos, autoridades civiles y eclesiásticas, así como una nutrida comisión de oficiales y uniformados, se reunirán esta tarde en el parque principal del municipio para rendirle homenaje durante una misa campal presidida por monseñor Edgar Aristizábal, obispo de Duitama–Sogamoso.
Francisco Merchán, enamorado del uniforme que portaba su padre —el sargento en retiro José Bernardo Merchán— decidió desde muy joven seguir sus pasos. Estudió en la escuela Santander de Mongua y, tras graduarse del colegio, se enlistó como auxiliar de Policía. Posteriormente ingresó a la Escuela de Cadetes General Santander, donde se graduó como subteniente en 2013. Durante 16 años sirvió en la institución, 10 de ellos como piloto de helicóptero Black Hawk en la especialidad de Antinarcóticos.
El féretro del oficial boyacense fue recibido este domingo en Bogotá en el Centro Religioso de la Policía Nacional, donde recibió honores en presencia del ministro de Defensa, Pedro Sánchez —también oriundo de Boyacá— y del director de la Policía Nacional, mayor general Carlos Fernando Triana. En un momento especialmente conmovedor, el ministro entregó el pabellón nacional al padre del capitán, en representación del sacrificio de su hijo.
La velación continuó durante toda la noche, acompañada por sus compañeros de Antinarcóticos, algunos de los cuales sobrevolaron la ceremonia en helicópteros como el que él comandaba, en una última revista aérea.
En la mañana de hoy, el cuerpo fue trasladado en helicóptero hasta Mongua, donde lo esperan su esposa, la mayor Adriana Pinzón García; sus hijas, Luciana de 9 años y Gabriela de solo seis meses; sus padres, hermanos, y una comunidad conmovida. El ataúd fue llevado a la casa de habitación del señor Ciro Manosalva, donde fue velado hasta la 1:30 de la tarde. Luego, una calle de honor lo condujo hasta el parque principal entre globos y flores blancas, para la misa campal.
Al finalizar la eucaristía, el cuerpo del capitán Merchán será trasladado al cementerio municipal, donde descansará junto a los suyos.
Francisco Javier Merchán Granados deja una huella imborrable en la institución y en el corazón de un país que hoy lamenta no solo su pérdida, sino las circunstancias en las que murió: esperando una ayuda que nunca llegó a tiempo. En su memoria, se alzan no solo los honores, sino también los cuestionamientos que hoy movilizan a su familia y a la opinión pública.