En Miraflores, un rincón del suroriente boyacense, la vida suele avanzar con la tranquilidad del campo: montañas verdes, aire limpio, calles tranquilas. Allí nacieron Paula y Juan David, una pareja de jóvenes que, lejos de conformarse con lo conocido, decidió abrazar la aventura y lanzarse a lo desconocido. El 13 de enero de 2024, lo dejaron todo; trabajo, familia, hogar y arrancaron el motor de su compañera de ruta: una Royal Enfield que los llevaría al fin del continente.
Ambos crecieron en el mismo pueblo, estudiaron en el mismo colegio y, más tarde, se formaron profesionalmente. Paula se graduó como ingeniera civil, Juan David como profesor de educación física. Trabajaron un par de años en sus respectivas profesiones en la región, hasta que una pregunta comenzó a rondar sus pensamientos: ¿y si salimos a recorrer el mundo?
Así nació Un dúo por el mundo, un proyecto de viaje, pero también de vida. Una decisión que no solo los llevó a conocer 9 países y recorrer más de 30.000 kilómetros en moto, sino también a redescubrirse como personas y como pareja.
Desde Colombia, su ruta se inició hacia el sur: cruzaron el Tolima, el Huila, Putumayo y Nariño. Después, Ecuador los sorprendió con su gastronomía y paisajes. En Perú exploraron la costa, la sierra y hasta Machu Picchu. En Bolivia conocieron la dureza del camino y el reto más: una noche les robaron su computador herramienta vital para editar contenido y generar ingresos y por un instante, el sueño tambaleó, “fue un golpe durísimo, pensábamos que todo se había acabado. Pero la gente nos ayudó, hubo solidaridad en redes, y en menos de un día ya teníamos apoyo para comprar uno nuevo”, cuenta Paula.
Los desafíos no se detuvieron. En Paraguay, el motor de la Royal Enfield colapsó. Un error humano en un taller de Bolivia dejó la moto sin lubricación. Estuvieron varados varios días, esperando repuestos, lidiando con la frustración. Pero nunca pensaron en rendirse.
Brasil trajo otro reto: el idioma. El portugués, las costumbres, la barrera cultural. Sin embargo, con paciencia, fueron encontrando la forma de defenderse en este país. Uruguay, en contraste, les ofreció calma, tradición, y paisajes que los hicieron sentir en casa. Y en Argentina, recorrieron la Ruta 3, una recta de 3.000 kilómetros que los condujo hasta Ushuaia, en la mítica Tierra del Fuego.
Durante el trayecto, enfrentaron climas extremos, temperaturas de más de 40 grados con trajes y cascos bajo el sol abrasador del norte argentino, y el viento patagónico que casi los expulsaba de la carretera. Aprendieron a vivir con la incertidumbre, a aceptar lo inesperado, a adaptarse sin quejarse.
Como pareja, también fue una prueba, “conocimos muchas parejas que no pasaron de Perú”, recuerda Paula. “Pero nosotros aprendimos a funcionar como equipo. A comunicarnos incluso en medio del cansancio y el calor. A saber cuándo hablar y cuándo callar. El respeto fue la clave”.
Hoy, de vuelta en Colombia, descansar y recargar energías. Su Royal Enfield los espera en Río Grande, cerca de Ushuaia, guardada como una promesa. En sus planes está seguir conociendo su tierra, recorrer Colombia en moto, y más adelante, aventurarse por la Ruta 40 de Argentina, la Carretera Austral de Chile, y quizás ¿por qué no? llegar algún día en moto de Colombia a Alaska.
“Este viaje nos cambió la vida”, dice Paula. “No solo por los lugares, sino por las personas que conocimos, por lo que aprendimos. Descubrimos que no estamos solos, que los sueños también son colectivos, y que la vida se vive mejor en movimiento”.
Un dúo por el mundo no solo cruzó Sudamérica en una Royal Enfield. Cruzó sus propios límites, se enfrentó al miedo y volvió con algo que no cabe en ninguna maleta: experiencia, gratitud y el deseo de seguir rodando.
Escrito por: Carlos Fernando Rodríguez