El Pasaje Vargas, un lugar para el reencuentro

Vale la pena recordar historias y lugares que hacen parte de la idiosincrasia del departamento de Boyacá. Por ello importante conocer la historia del Pasaje de Vargas, unos de los lugares más reconocidos de la noble e hidalga ciudad de Tunja, ubicado en el centro histórico de la ciudad.

El Pasaje de Vargas es un sendero peatonal donde alrededor de él se encuentran diversos almacenes y algunos de los cafés más antiguos de la ciudad. Allí se conservan algunas evidencias de construcciones de la época moderna; algunos indican que el Pasaje Vargas es una especie de “Vuelta al Perro exprés”, que fue abierto a mediados del siglo XX, aprovechando los solares de las viejas casonas del centro de la ciudad y donde se localizaron desde un comienzo varios cafés en donde los tunjanos y turistas se sientan a tomar, tintos, agüitas y cervecita, además de restaurantes para muchos trabajadores que prestan sus servicios en el centro de la ciudad.

En este lugar confluyen pensionados, ciudadanos y trabajadores, con los últimos “chismes” del momento, a cualquier hora del día y de la noche. Ricardo Pérez Velandia, propietario de la Lavandería Lavatex, negocio de los más antiguos del pasaje de Vargas, explica cómo se consolidó este emblemático lugar de los tunjanos.

El escritor Diego Grismaldo Sandoval, describe el Pasaje de Vargas como un lugar “donde caminan los zapatos de desempleados, de políticos con traje estirado y perfume barato; de artistas, de poetas, de jóvenes estudiantes, de ancianos, cuyas raíces se sembraron en este espacio y deambulan por él sin propósito alguno; caminan los pies descalzos de aquellos que no se adaptaron muy bien a la ciudad, pero insisten en seguir en ella, pasan la ley, con delincuentes al lado, se saludan y sigue su camino”. (Fin – Fredy González – UACP – URT)

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